La vida es neutral

By Stacy Fassberg

Hagamos un pequeño experimento. Necesitarás lápiz y papel, y quizás quieras invitar a las personas que te rodean a participar también. Cuando hayas terminado de leer este párrafo, observa atentamente la imagen del reloj que aparece arriba. Míralo durante 60 segundos y luego aparta la mirada de la imagen y sigue las instrucciones que aparecen después de la imagen.


Ahora, tómate unos minutos para dibujar el reloj que acabas de mirar. Incluye en tu dibujo todos los detalles que recuerdes.


Cuando hayas terminado, vuelve a la imagen original. ¿Hay alguna diferencia significativa entre tu dibujo y la imagen original? Este pequeño experimento formaba parte de un estudio que se basaba en el hecho de que en los relojes con números romanos, el dígito 4 se sustituye por IIII y no por IV, su representación convencional. Aunque todos hemos visto muchas esferas de reloj con el 4 representado como IIII, la mayoría de nosotros representaríamos el 4 por IV inmediatamente después de haber observado atentamente la esfera del reloj. En este estudio, el 66% de los participantes a los que se les pidió que memorizaran el reloj cometieron ese error.

Teoría de esquemas


Los resultados de este experimento se explican mediante la teoría de esquemas psicológicos, que sostiene que el conocimiento previo tiene un papel importante en la configuración de los datos que nuestra memoria está recibiendo. Todo nuestro conocimiento, como el conocimiento relacionado con personas, eventos, objetos, situaciones, etc., está organizado en nuestro cerebro en paquetes de información o esquemas. La teoría de esquemas sostiene que los esquemas existentes en la mente entran en acción cuando intentamos recordar información y se apoderan de nuestros procesos de memoria. En el experimento del reloj, por ejemplo, nuestra incapacidad para recordar correctamente el IIII se explica mediante la teoría de esquemas. Al reconstruir la información, no nos referimos exclusivamente a la imagen mental del reloj, sino que es probable que rellenemos los huecos con cualquier conocimiento esquemático disponible. En este caso, el dígito 4 está representado por IV en nuestro conocimiento esquemático. Este conocimiento esquemático es tan poderoso que anula la imagen real del reloj. Lo que realmente hacemos es utilizar nuestra experiencia y conocimiento pasados ​​para reestructurar nuestros recuerdos. En psicología, esto se define como "memoria reconstructiva": un proceso mental activo donde la información que se recuerda se combina con conocimientos y experiencias anteriores. Este es un proceso involuntario que da como resultado un recuerdo distorsionado de lo que haya sucedido. Un experimento de psicología clásico realizado por Bartlett como parte de su estudio de la memoria reconstructiva proporcionó un buen ejemplo de este fenómeno. Bartlett presentó a los participantes de su experimento, todos estadounidenses blancos, una serie de dibujos, pinturas y poemas. Después de varios días, semanas, meses e incluso años, les pidió que reprodujeran los materiales que les habían mostrado. Una historia llamada "La guerra de los fantasmas", basada en la cultura nativa americana, ilustró perfectamente el punto que estaba tratando de plantear. Como esta historia se originó en una cultura que era completamente diferente a la de los participantes, chocaba con sus propios esquemas. Bartlett encontró distorsiones significativas en la reconstrucción de la historia por parte de los participantes, que fueron aumentando con el tiempo. Lo más importante es que las distorsiones tendían a estar influidas por la propia cultura de los participantes. Los esquemas de los participantes fueron tomando el control gradualmente, y su recuerdo de la historia se apoyaba cada vez más en su propio trasfondo cultural, descartando los rasgos nativos americanos originales.

Cebado


La influencia de los conceptos del ego no termina con la remodelación de nuestros recuerdos. Los conceptos del ego también moldean nuestra relación con cada momento de nuestra vida. El concepto psicológico de priming ilustra mejor este proceso. Se dice que estamos preparados cuando un estímulo pasado afecta nuestra respuesta a un estímulo posterior. Los estudios psicológicos muestran que las pistas sutiles que provienen de ciertas palabras y conceptos son capaces de inclinar nuestra conducta en esa dirección. En 1996, John Bargh y sus colegas pidieron a los participantes de un estudio que estaban realizando que formaran oraciones a partir de un conjunto de palabras desordenadas. Los participantes se dividieron en dos grupos. Al primer grupo se le dieron palabras que incluían las palabras "viejo", "bingo", "arruga", "canoso" y "solitario", todas ellas palabras que asociamos con la vejez. El segundo grupo no recibió ninguna palabra de este campo semántico. A continuación, los participantes fueron enviados al pasillo para completar otra tarea, pero no sabían que su recorrido por el pasillo estaba siendo cronometrado. Los resultados fueron sorprendentes: el primer grupo tardó significativamente más en caminar por el pasillo que el segundo grupo. Esto llevó a la conclusión de que los participantes del primer grupo estaban preparados por las palabras asociadas con la vejez, y sus conceptos del ego sobre el envejecimiento se activaron. Sus predicciones, creencias e ideas sobre la experiencia de envejecer cobraron vida en su mente y tuvieron un impacto directo en su comportamiento, haciéndolos caminar más lentamente. Este ejemplo es una buena ilustración de la conexión entre sus conceptos del ego y su comportamiento. Los conceptos del ego incrustados en su mente se activan por palabras, ideas, imágenes y personas con las que se encuentra en diferentes situaciones, e interfieren con su comportamiento consciente e inconsciente. Lo más importante es que este proceso no es consciente y usted no es consciente de él. Si preguntara a los participantes del primer grupo por qué caminaban más lentamente, no sabrían de qué está hablando. Del mismo modo, una situación que usted cree que es la realidad es en realidad un producto de sus conceptos del ego moldeados por sus creencias y expectativas. Permítame darle otro ejemplo: imagine que está abriendo una nueva clínica dental. ¿Va a referirse a sus clientes como "clientes" o "pacientes"? Esta distinción es crucial, ya que cada persona que trabaja en la consulta (incluido usted) abordará a los clientes de forma diferente, según la forma en que los considere; los “clientes” se considerarán principalmente desde una perspectiva empresarial, mientras que los “pacientes” se considerarán desde una perspectiva asistencial. Esto indica que las etiquetas “clientes” y “pacientes” desencadenan cada una un concepto o esquema del ego diferente en su mente. Cada una incorpora diferentes actitudes, expectativas y creencias, generando un comportamiento diferente. Como ya se mencionó, la mayor parte de este proceso ocurre de manera inconsciente, y usted no será consciente de la forma en que la preparación (la elección del nombre para los clientes) desencadena un concepto del ego que determina la forma en que se acerca al cliente. Procesos de este tipo ocurren en cada momento de su vida; usted está continuamente preparado por sus conceptos del ego acumulados y reacciona automáticamente. La pregunta es cuán consciente es usted de las raíces de sus elecciones y cuántas de sus reacciones se basan en conceptos del ego desencadenados que influyen en su enfoque de una determinada situación. En el curso de su viaje psicológico, verá que estos procesos inconscientes se vuelven gradualmente conscientes. A menos que seas plenamente consciente de tus motivaciones, te resultará difícil verte como autónomo y libre.
Como resultado de este proceso recurrente, seguimos moldeando nuestra realidad de una manera que “demuestra” que nuestras creencias, pensamientos y suposiciones son aparentemente correctas. Una teoría psicológica que ilustra este punto es la de la profecía autocumplida. Esta teoría sugiere que los esquemas se refuerzan por situaciones que involucran a la persona/lugar/cosa con la que se relacionan. Por ejemplo, si uno de mis esquemas sostiene que las mujeres del norte de Europa no son inteligentes, esto influirá en la forma en que me comporto en compañía de una chica escandinava: probablemente no le haré preguntas interesantes ni la escucharé con atención. Como resultado, la chica se sentirá incómoda y cerrada, dando la impresión de que en realidad no es interesante. La profecía se ha cumplido. Nuestra actitud ante un momento específico está influenciada por el esquema (concepto del yo) y lo moldea en consecuencia. A su vez, esto fortalece el esquema original, y aquí estamos, atrapados en una comprensión cada vez más falsa del mundo, que nos impide ver la vida tal como es.

Espiritualidad y esquemas


Una idea espiritual fundamental sostiene que la vida es un espejo que refleja tu mente. En una famosa historia budista, dos monjes discutieron sobre la bandera del templo que ondeaba al viento. El primer monje sostuvo que la bandera se movía, mientras que el otro insistió en que era el viento el que se movía. Siguieron discutiendo acaloradamente hasta que un tercer monje los escuchó y dijo que no era la bandera ni el viento lo que se movía, sino la mente. La mente no sólo interpreta cada momento, sino que al hacerlo sigue los conceptos más poderosos de tu ego. Cuando esto sucede, percibes el momento tal como fue moldeado por tus conceptos de ego. Esto explica la naturaleza de espejo de tu vida: si moldeas cada momento según tus propias suposiciones, creencias y entendimientos, deberías ser capaz de identificarlos al examinarlos de cerca. He aquí un ejemplo de mi propia experiencia. En una clase de yoga a la que asistí, varias alumnas solían llevar trajes de baño con lunares. El profesor, que no sabía sus nombres, se dirigía a ellas con este gesto: “La chica con lunares de la última fila, traba los codos”. La alumna respondió a la defensiva: “Es por los mosquitos”. El profesor se refería evidentemente al bañador de manchas de la niña, mientras que la niña creía que se refería a las manchas de su piel. La niña interpretó la realidad según sus conceptos más poderosos del yo (“todo el mundo piensa que mi piel es horrible, la gente a menudo se burla de mí o de mi aspecto”). Si hubiera sido una persona consciente, habría reconocido el reflejo de estos conceptos del yo en la situación; habría sido capaz de observar sus conceptos del yo, utilizando la situación como un espejo.
Cada situación de la vida refleja nuestros conceptos egoístas, pero ¿tenemos el coraje de mirarnos en ese espejo? Cuando era niño, leí el libro “La historia interminable” de Michael Ende. El héroe, Atreyu, tuvo que pasar por varias pruebas. Cuando se acercaba a una de ellas, recuerdo que pensé: “¿Qué será? ¿Enfrentarse a un león? ¿Luchar contra un dragón?”. Me sentí profundamente decepcionado cuando descubrí que su desafío era verse en el espejo. ¿Eso era realmente todo? ¿Sin lucha? ¿Sin gloria? Yo era un niño y no entendía que la acción más aterradora y valiente a la que uno puede enfrentarse es realmente verse en el espejo, despojado de máscaras y cobertores. A lo largo de nuestro proceso de crecimiento, nos enfrentamos a nosotros mismos e identificamos los componentes mentales de los que estamos hechos. Esto es inevitablemente muy incómodo y es una de las principales razones por las que las personas se alejan y se alejan del camino psicológico y espiritual.
Y, sin embargo, a medida que creces mientras observas los elementos que componen tu ser, es probable que llegues a un punto en el que te resulte muy difícil volver atrás. En los momentos difíciles, mis clientes me dicen con frecuencia que desearían no haberse mirado al espejo en primer lugar, pero que recorrer ese desafiante camino ahora parece casi inevitable. Cuanto más aprendes sobre ti mismo y las ilusiones que alguna vez tuviste sobre él, más difícil es dar marcha atrás. En ciertos momentos puedes pensar que la ignorancia es realmente una bendición. Hay algo de verdad en eso. Enfrentarte a ti mismo y desmantelar lentamente tus conceptos del ego, y soltarlos y al yo que habían creado puede ser un proceso doloroso. Dejar ir las ideas que sostuvieron tu yo psicológico durante muchos años no es fácil, pero es la única manera de entrar en contacto con quién eres realmente.

La neutralidad de la vida


Las cosas que te irritan, te alegran o te entristecen no existen en la vida tal como es. Son tus interpretaciones de la situación tal como están estructuradas por tus conceptos del ego. Los momentos en sí son neutrales y no tienen ningún peso positivo o negativo. Desafortunadamente, rara vez los conservamos tal como son y de inmediato les atribuimos nuestras opiniones, ideas y conceptos del ego.
Construimos historias mentales alrededor de la realidad tal como es:


• La realidad tal como es: me quedan £120


Historia mental: Estoy en la ruina, soy un fracaso.


• La realidad tal como es: La chica se negó a darme su número de teléfono.


Historia mental: Soy fea, nadie me querrá nunca
El mensaje final es simple: todas las situaciones de la vida son neutrales. Todo depende de la interpretación que creamos.