¿Qué se interpone en tu camino para vivir una vida plena y libre?

By Stacy Fassberg

Dr. Itai Ivtzan

Un gran obstáculo se interpone en tu camino para vivir tu vida plenamente: no estás experimentando la vida como realmente es. Puede que pienses que esto es extraño: “Por supuesto que experimento mi vida, ¿qué otra cosa podría estar experimentando?” Mi respuesta es que en realidad estás experimentando tu interpretación personal de la vida. La diferencia entre ambos es la diferencia entre el condicionamiento y la libertad. Rara vez estamos en contacto con todos y cada uno de los momentos de nuestra vida, y por lo tanto somos incapaces de conectarnos directa y claramente con lo que se nos presente. De hecho, la mayoría de nosotros incorporamos nuestras opiniones, ideas, pensamientos y creencias a nuestra interpretación de cada momento, ahogándolo. Esto impide experimentar cada momento tal como es. Imagina que sale el sol y te baña con su luz y su calor. Si pudieras simplemente disfrutar de su calor sin reaccionar más, estarías experimentando la vida tal como es. Pero esto es casi imposible para la mayoría de nosotros; una serie de reacciones se encienden inmediatamente en nuestra mente: “Ojalá hiciera este calor todo el tiempo” o “Hace demasiado calor, debería haberme puesto protector solar”. Cada reacción nos aleja de la experiencia de la vida tal como es y la reemplaza con nuestra interpretación personal de la vida. Intentamos constantemente acceder a la experiencia, pero casi nunca logramos penetrar las múltiples capas que la envuelven.


¿Cuál es el origen de esta interpretación personal? ¿Qué es lo que impide nuestro encuentro directo con la vida? Los psicólogos lo llaman personalidad. Los maestros espirituales lo llaman ego. ¿Qué es la personalidad? “La estructura de la personalidad se describe en términos de componentes que (una vez que están completamente formados) se consideran estables y duraderos. Los procesos de personalidad son descripciones de estados motivacionales, que dan lugar a un comportamiento cuya expresión está mediada por esa estructura”. El primer elemento esencial de esta definición es que nuestra personalidad está compuesta de componentes, muchas piezas similares a mosaicos que se unen para formar una estructura: el yo. Estos componentes son bastante estables y duraderos. A medida que pasa el tiempo, los componentes que se desarrollan dentro de nosotros tienden a volverse más estables y sólidos. Los componentes individuales se aplican a diferentes momentos de la vida, convirtiéndose en una parte integral de nuestra personalidad. Significativamente, estos componentes impulsan los procesos de personalidad que determinan nuestros estados motivacionales. La motivación que nos lleva hacia un momento determinado depende de los componentes de los que está formada nuestra personalidad. Si tendemos a ser entusiastas, aburridos, conectados, desconectados, comprometidos o evasivos, depende de los componentes internos que generan nuestros estados motivacionales. He oído a gente decir: “Me sentí desconectado, la sensación surgió de la nada, no tengo ni idea de por qué me sentí así”. Afirmaciones como ésta indican que las personas que las pronuncian son ciegas a la forma en que funcionan los componentes de su personalidad. La motivación (o la falta de ella) de una persona nunca es casual; surge de un componente mental y da lugar naturalmente a determinados comportamientos. El impacto de un componente de la personalidad no termina con la motivación, sino que también afecta a la conducta, las elecciones y las acciones de la persona. Por tanto, tiene un impacto muy real en la vida y en la forma en que la experimenta la gente. La última parte de la definición trata de la mediación. La estructura de nuestra personalidad es un mediador que determina nuestras expresiones conductuales. En otras palabras, la experiencia de un determinado momento y el comportamiento que conlleva rara vez interactúan directamente, porque un componente de la personalidad se sitúa en el medio y media entre ellos. Esta meditación da lugar a una interpretación subjetiva en lugar de una experiencia imparcial de la vida.


Desde un punto de vista espiritual, el ego desempeña un papel similar. El ego está formado por creencias, expectativas y deseos que, en conjunto, tejen la trama de nuestras experiencias. De manera similar a la personalidad, el ego afecta nuestros pensamientos, emociones y reacciones, de forma muy similar a un titiritero que controla sus marionetas mediante hilos invisibles. El proceso es tan natural que la mayoría de las veces las personas no son conscientes de que sus reacciones surgen de un aspecto determinado de su ego. Con frecuencia pasamos por alto las raíces de nuestras reacciones porque carecemos de las herramientas necesarias para notar el vínculo entre ellas. Somos ciegos a los hilos que nos manipulan.


El ego puede describirse como el ojo a través del cual la mente percibe la realidad. Cuando te acercas a un momento determinado, no lo ves como realmente es porque tu sentido de la vista pasa por el filtro del ego. Imagina que el ego es como un par de gafas de sol que cambian de color en diferentes situaciones. Gran parte de nuestro viaje de crecimiento consiste en darnos cuenta de que usamos estas gafas y desarrollar la opción de quitárnoslas cuando lo deseemos.


Es fácil notar que los conceptos de personalidad y ego tienen bases muy similares. Ambos abordan los constructos de lo que consideramos nuestro yo. Aunque se utilizan términos léxicos diferentes, su significado es notablemente similar. Mientras estudiaba psicología y espiritualidad, noté que tienen muchos puntos en común, plantean preguntas similares y a menudo se entrelazan, a pesar de sus diferentes títulos.

Un ejercicio interesante: Nombrar los conceptos del ego


Coge un bolígrafo y un papel; describe un concepto central del ego para ámbitos importantes de tu vida, como las relaciones románticas, el trabajo, la familia, los amigos y el ocio. Busca un concepto del ego diferente en cada ámbito. En tu búsqueda, intenta recordar tus expectativas respecto de las personas, tus necesidades o miedos, tus ideas sobre ti mismo y tus creencias respecto de ese ámbito; cualquiera de ellos sería un ejemplo de un concepto del ego. Observar y comprender tus conceptos del ego constituye un paso importante hacia la libertad.

El Dr. Itai Ivtzan es un apasionado de la combinación de psicología y espiritualidad. Es un psicólogo positivo y profesor titular en la Universidad de East London. El Dr. Ivtzan confía en que la meditación consciente tiene el poder de cambiar a las personas (de hecho, a sociedades enteras) para mejor. Puede leer más sobre su trabajo en su sitio web: www.AwarenessisFreedom.com